El nido del pájaro

Está visto que sin un blog no eres nadie, ni siquiera puedes poner comentarios en los de tus amigos... Así que aquí está, supongo que Saldama estará encantada, después de meses de echarme en cara que no miro el suyo, y de andar diciéndole yo que no quería crearme uno. :-) Veremos por dónde discurren los nuevos senderos virtuales que se abren ante nosotros.

jueves, diciembre 30, 2004

Noche bohemia

De vez en cuando hay que romper la rutina, así que el martes 28 de diciembre quedamos unos cuantos compañeros del trabajo para irnos de cena y fiestorro. El Pedri, Saldama, Irma, Sirvi, la Vane y yo estuvimos absolutamente geniales; la cosa comenzó en El Califa, donde nos pusieron una cena tan copiosa que de allí salimos con cuatro kilos más, y eso que nos dejamos el segundo plato. De lo que no quedó nada fue del té y de la cachimba, que no veas tú cómo le arreaban el Pedri y la Sirvi, que se picaron por ganar el premio al máximo burbujeador y aguante aspirando humo. Luego nos fuimos al Larios Café, donde estuvimos un rato, pero el pincha era un sádico recién salido de la cárcel que nos martirizó con una música infame, y mira que a mí me gusta la música de discoteca, pero este tío se dedicó a plantarnos el peor maquineo que pudo encontrar. Menudo cabrón, cómo se nota que el jefe está de vacaciones y los empleados querían cerrar pronto, y eso que el local tenía gente, pero nos echaron a todos.
Se me ha olvidado mencionar que antes de ir al Larios nos pasamos por el Sex Shop de Callao, pero fue un desastre, estaba cerrado, vaya una vergüenza: un martes apenas a las dos de la mañana y un local tan necesario e imprescindible se encontraba fuera de servicio, si es que los moralistas se van a cargar Madrid, más les valdría salir ellos un poco por la noche.
Pues eso, que después del Larios nos fuimos al Black Jack, y aquello fue el despiporre; a mí me registraron la mochila a la entrada, y en la planta baja empezó el bailoteo: todos con todas, qué maravilla, probamos pasos nuevos, intentamos acompasar el ritmo los unos a los otros, y nos echamos unas buenas risas. En lo mejor de la noche, hacia las cinco y media de la mañana, a la gente le entró el rollo de que se querían ir, con lo temprano que era. Eso sí, reconozco que había unos cuantos pesados que no dejaban en paz a nuestras mujeres, lo que no es de extrañar porque estaban todas "mataoras", pero en fin, que esa clase de elementos nos dejan a los hombres a la altura del betún, y en serio que no son representativos de la media... El caso es que nos fuimos, las chicas se dividieron en taxis y el Pedri y yo nos bajamos andando hasta Atocha, hablando de lo divino y lo humano y de Star Wars... Y nada, dormí de maravilla porque me lo había pasado genial, estuve en buena compañía y disfruté muchísimo, por eso dormí como un querubín, porque me lo había ganado. :-)