El nido del pájaro

Está visto que sin un blog no eres nadie, ni siquiera puedes poner comentarios en los de tus amigos... Así que aquí está, supongo que Saldama estará encantada, después de meses de echarme en cara que no miro el suyo, y de andar diciéndole yo que no quería crearme uno. :-) Veremos por dónde discurren los nuevos senderos virtuales que se abren ante nosotros.

martes, enero 25, 2005

Marcha de la buena

El sábado pasado, 22 de enero, me lo pasé genial. Aparte de celebrar el cumpleaños de mi hermana (¡muchas felicidades, manita!) comiendo todos en casa de mi padre, esa noche quedé para ir de cena con algunas compañeras de trabajo y amigas suyas. Algún ceporro podría pensar:"GGÑÑÑÑ, un tío solo con tantas mujeres, GGÑÑÑÑÑÑ". Pero estoy acostumbradísimo, es lo que tiene ser de letras, que llevo desde los 16 años absolutamente rodeado de féminas, y yo encantado, claro. :-)
Que me surgiera tan estupenda ocasión tengo que agradecérselo principalmente a dos personas: por un lado a Maite, ya que el conocerla en mi planta me llevó a conocer a sus amigas del metro; y por el otro a Almu, a la que le gusta probar restaurantes nuevos y proponer a la gente quedadas, y que tuvo el detalle de comentármelo a mí también. Aunque a Maite, la verdad, me va a costar perdonarle que no viniera a la cena. :-P
Habíamos quedado a las nueve y media en Alonso Martínez, y yo, como de costumbre, llegaba tarde. Pero no demasiado, apenas diez minutos, así que llamé a Almu para preguntarle por dónde estaban. Me dijo que iban de camino al restaurante, y yo le contesté que estupendo, que me esperasen en la puerta. Lo gracioso fue que llegué antes que ellas, y me tocó esperarlas a mí, porque al parecer se hicieron un jaleo con las calles.
Íbamos a un restaurante árabe que hay en la calle Caracas, el Mosaiq. La verdad es que el sitio estaba genial: elegante, grande, muy bien decorado, ambiente agradable... Un poco pijo, pero la verdad es que a mí me gusta eso. :-) Nos dieron una mesa situada en una especie de aparte, era como si tuviéramos un salón privado para nosotros solos, y fue estupendo. Teníamos el restaurante a nuestros pies, porque había que bajar unas escaleras para salir de nuestro comedorcito, y al mismo tiempo disfrutábamos de una cierta sensación de intimidad, no como cuando te toca mesa en mitad del restaurante y estás rodeado de gente por todos sitios hablando a gritos. Aquí se estaba muy bien; además, pusieron música de ambiente bastante chula, aunque para algunos gustos era demasiado "disco-árabe".
Los platos estuvieron muy bien, muy ricos y en cantidad adecuada, y la conversación fue muy agradable. A la mayoría de ellas las conocía del metro o de vista, aunque me llevé una sorpresa con Patricia, que es amiga, prima en quinto grado y del mismo pueblo que mi compañera Bego. A Patricia la recordaba de cuando bajaba a visitar a mi compi dando saltarines pasos y diciendo alegremente: "Hola, Begoto". :-)
Hacia la mitad de la cena apareció una chica bailando la danza del vientre, y a pesar de que algunas comentaron que las profesoras que habían tenido de ese baile lo hacían mejor, dudo mucho que las profesoras tuvieran tan buen aspecto como esta chica; doy fe de que a mí el espectáculo me encantó. ;-) Almu se quedó con las ganas de hacerme salir a bailar con la del espectáculo, porque el restaurante era demasiado "piti" como para eso. A Carmen se le ocurrió decir que no le gustaba salir en las fotos, y lo único que consiguió fue que a partir de ese momento intentáramos todo el rato sacarla de improviso. Para terminar, cuando salimos del restaurante tropecé con una de las esquinas de la mesa, y me llevé por delante un cenicero que se hizo añicos contra el suelo. De los sitios con categoría hay que despedirse con estilo. :-)
Después nos fuimos a un local que estaba muy cerca, del que yo había oído hablar en muchas ocasiones y me apetecía un montón conocer: el Honkey Tonk. Fuimos allí gracias a Pilar, que sin duda se merece la palma a la más marchosa, a pesar de que era la más mayor de los que estábamos. Pero es que con ella se cumple el dicho de "no pesan los años, pesan los huevos", ya que Pilar cada otoño no se vuelve un año más mayor, sino un año más interesante. Me estuvo hablando de un cuentacuentos en Marrakech, y de cómo eran las discotecas en los años sesenta; y además nos llevó al Honkey Tonk, que para mí fue un hallazgo. El local me gustó mucho, con sus dos plantas, su amplio espacio, su decoración especial, su ambiente ecléctico, su música en directo, y la ausencia total de canciones latinas y de los triunfitos. Un sitio así hay que promocionarlo. :-)La luz en la parte de abajo era de ésta que hace fosforescente el color blanco en un ambiente de cierta penumbra, y tuvo el curioso efecto de poner decoración tipo Kiss a la cara de Patricia. Aunque eso sí, que conste que le daba un aspecto la mar de sofisticado. :-) Creo que a ella y a mí fuimos a los que más nos gustó el sitio.
A las demás no les iba tanto, así que nos marchamos después de un par de copas y echar un vistazo a la actuación en directo. Entonces yo propuse ir a Chueca, porque es una zona que no conozco mucho y me apetecía probar; nadie más la conocía tampoco demasiado, y la idea era dar una vuelta y mirar si algún sitio nos convencía. Lo que no tuve en cuenta, como estoy tan acostumbrado a andar, es que había quien podía cansarse de ello, y quien podía aburrirse de ir mirando sitios sin entrar en ninguno porque no terminaban de convencernos. Un relaciones de aire bastante gay que quiso llevarnos a su local, y al que le dijimos que no, terminó indicándonos sitios que podían interesarnos. El tío fue superamable, nos indicó varios y hasta nos acompañó un trecho, y eso que no quisimos ir al suyo, pero debió de vernos perdidos y nos ayudó. Me cayó tan bien que, si vuelvo por allí y me lo encuentro, iré a tomar algo a su local.
El caso es que no terminamos de decidirnos por ningún sitio, y la gente empezaba a cansarse. Nos encontrábamos ya muy cerca de Gran Vía, y Almu se acordó de un sitio en la calle Tres Cruces, el Staff. Fuimos allí, y de las ganas que teníamos de entrar ya a un garito no miramos más: allí nos quedamos. Al principio había gente muy jovencita, en la pista-escenario había una chica que cumplía 19 años, y a la que el pincha felicitó, pero luego empezó a entrar clientela de diversas edades, es lo que tienen los sitios que abren hasta más tarde de las tres de la mañana, que todo el mundo termina en ellos. La música era más o menos variada, aunque nos pusieron mucho latineo y mucho españoleo en el mal sentido; pero una vez que dejamos el abrigo y fuimos entrando en calor, ya nos daba todo igual. Empezamos a bailar de todas las maneras, sin duda el premio se lo merece Pilar, que nos dejó a todos atrás, con una marcha y un espíritu que ya quiero para mí cuando vaya cumpliendo años. :-)Patricia bailaba con mucha soltura, con un estilo muy ágil y dinámico que resultaba simpatiquísimo; Almu se movía muy bien, tenía movimientos variados para todas las canciones, se notaban las clases de baile; y hasta Carmen terminó por animarse, a pesar de que al principio no parecía demasiado dispuesta a dejarse llevar por la música. :-)
La gente se fue yendo, y nos quedamos Pilar, Patricia, Almu y yo. Almu terminó marchándose antes, a la pobre le dolían los pies por los tacones; para otra vez ya lo sabes, chiqui, te traes un calzado más cómodo. :-) Y allí, cada vez más envueltos por la música, cada vez rodeados de más gente, y cada vez moviéndonos más, en pleno "éxtasis bailongo", como yo lo llamo, estuvimos al pie del cañón los reyes de la noche: Pilar, Patricia y yo. Patricia me estuvo contando que siempre que sale con los de su pueblo terminan en el Morocco, y yo me acordé de lo chulas que son las canciones de Raffaella Carrá y Camilo Sesto para hacer el tonto con tus amigos a última hora de la noche. Pilar me abrió los ojos a las letras de algunas canciones de música latina, que tienen mucha tela, porque vaya barbaridades que dicen. Y luego los obispos del Vaticano van soltando que el rock es satánico; pues no sé cómo considerarán las canciones que oímos la otra noche... :-)
Hacia las cinco y media, después de una memorable sesión de baile con la que disfruté un montón, levantamos el campo habiendo dejado bien alto nuestro pabellón de marchosos. Nos bajamos andando hasta Cibeles, donde saqué la última foto de la noche y estuvimos comentando las cosas que teníamos que hacer al día siguiente. Es de estas veces que sabes que vas a pasar el domingo hecho polvo, pero que estás contento porque te lo has pasado bien. :-) Patricia se quedó en Cibeles, y yo me bajé en taxi con Pilar hasta Atocha, donde me cogí el tren para Alcorcón mientras ella seguía para Pirámides. Llegué a mi casa sonriente, a pesar del cansancio; es que estar con gente maja, tener buena conversación y bailar hasta las tantas es vivir, sin duda alguna. :-)

2 Comments:

  • At 10:28 p. m., Anonymous Anónimo said…

    este relato si que es de lo mas amo te kiero profe

     
  • At 10:47 p. m., Anonymous Anónimo said…

    totalmente cierto...y dentro de nada un descanso para todos DOÑANA... :)

     

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