El nido del pájaro

Está visto que sin un blog no eres nadie, ni siquiera puedes poner comentarios en los de tus amigos... Así que aquí está, supongo que Saldama estará encantada, después de meses de echarme en cara que no miro el suyo, y de andar diciéndole yo que no quería crearme uno. :-) Veremos por dónde discurren los nuevos senderos virtuales que se abren ante nosotros.

domingo, octubre 16, 2005

2005, un año que jamás olvidaré

Cuando empezó este año jamás habría creído los cambios tan gigantescos que iba a traer a mi vida. Debería haberlo sospechado, porque de alguna manera, todos los años acabados en "5" me han dado sorpresas. En 1975 mis padres dejaron Palamós, donde nací, para venirse a Madrid. En 1985 empecé el último año de la EGB, donde hice amigos que nunca habría esperado, y fue la antesala del gran cambio de perspectivas que supuso ir al instituto. En 1995 hice un plan serio para terminar la carrera y vivir lo máximo posible ese momento en la Universidad, y así tuve un año intensísimo y muy satisfactorio en lo académico, pero además hice nuevos amigos, y realicé dos de mis sueños: conocer Atenas, gracias al viaje de fin de carrera a Grecia, y conocer Roma, ya que tras participar en una excavación arqueológica cerca de Florencia, recorrí un buen montón de ciudades. Y además de Roma, vi Pompeya. Todo un sueño hecho realidad para mí. Ese año fue también la antesala del final de la carrera, y de todos los cambios que vinieron después.
Y ahora nos encontramos en el 2005. Si en año nuevo me hubieran preguntado mis expectativas para los siguientes doce meses, de ninguna manera me habría imaginado lo que iba a ocurrir. Ya empezó siendo un año plagado de novedades, con bodas de varios de mis mejores y más íntimos amigos: Roberto, Sonia y Chema; esta última boda nada menos que en Gran Canaria, que fue un viaje maravilloso plagado de sorpresas también. Pero, además, el año estaba lleno de otras pequeñas cosas: el taller de escritura, con mis compañeros de los últimos cuatro años; las quedadas con la gente de CATSA, que en los últimos tiempos se estaban multiplicando, con conocidos muy diversos, y que contribuyeron a hacer mi vida mucho más interesante. Las reuniones con el comité de empresa, los concursos literarios inspirados por Sonia y por mí, los sábados con mis amigos... Se veía que era un año pleno de ilusión, de actividad y de cosas nuevas. Pero jamás me habría imaginado que mi vida iba a cambiar.
En abril me llamaron del Colegio "Estudio" para hacer una sustitución. Fue algo totalmente inesperado, porque hacía 4 años que no tenía noticias de ellos, y ya había perdido la esperanza. Estaba empezando a plantearme que, si de verdad quería ser profesor, tenía que prepararme las oposiciones. Y entonces, recibí la llamada de la directora. Sólo fue una sustitución de poco más de tres semanas, y por el momento no iba a haber más. Pero renové el contacto, y me dijeron que si surgían nuevas sustituciones, contarían conmigo.
Eso me hizo ver el futuro con algo más de confianza. Tenía muy abandonada esa faceta mía, la de docente, y fue como volver a sentir que otra vez me dedicaba a aquello para lo que había estudiado y que es una de mis pasiones: la lingüística, la literatura, las lenguas clásicas. Me hizo sentir muy bien volver a dedicarme a ello, aunque no me podía imaginar lo pronto que esta nueva perspectiva se iba a materializar. Después de la sustitución, pasé cerca de un mes y medio creyendo que mi vida iba a seguir igual, en CATSA. Había llegado a aclimatarme mucho a aquello, aunque en el fondo sabía que no podía continuar así mucho más tiempo. Y entonces, volvieron a llamarme. Hice una entrevista, y me propusieron contratarme para el nuevo curso, es septiembre.
De repente, todo cambió. Una parte importante de mi vida había girado en torno a CATSA, donde había empezado un 13 de noviembre de 1997. Durante los tres primeros años lo compaginé con otras muchas cosas, pero desde junio de 2000 había estado allí seguido, y la gente con la que compartí tantos y tantos momentos se había convertido en parte de mí. Muy en especial, en los últimos dos años, el conocer más a Sonia, Mada, Silvia, Mónica y Zalo había sido una de las alegrías más grandes que me he llevado en la vida. Ahora iba a realizar un viejo sueño, iba a dedicarme a aquello para lo que me formé en la facultad con toda mi ilusión, pero también me suponía dejarles en parte, aunque creo que siempre nos seguiremos viendo.
Y así ocurrió. Me marché el 11 de agosto, una fecha que jamás podré olvidar. No solemos dar valor a las cosas que hacemos, aunque cuando sabemos que se van a acabar, entonces de repente nos fijamos y prestamos más atención. Ese 11 de agosto yo no tenía que hacer cosas diferentes a las que llevaba años haciendo, pero sabía que iba a ser la última vez. Así que fijé los ojos en todos sitios, miré a la gente como nunca para no olvidar sus rostros, sus expresiones, la forma que tienen de reírse, de hablar, de ser ellos mismos. Traté de fijar el momento, porque hasta ese 11 de agosto de 2005, una parte de mi vida había estado allí, y no quería olvidarlo. Quería tener siempre vivo ese momento en mi memoria, para poder volver a él cuando quisiera. Es la única forma que conozco de que las cosas no desaparezcan del todo. Aquellos tiempos viven conmigo todavía, dentro de mí, y allí estarán siempre. Junto con otros muchos que también fueron muy importantes, y que jamás olvidaré.
A pesar de la nostalgia, estoy muy contento. Llevo un mes dando clases, y aunque es duro, ante mí se abren ahora unas increíbles perspectivas. Nuevas cosas para hacer, nuevos esfuerzos que asumir, nuevos momentos y vivencias que seguro que también atesoraré. Un gran cambio en la vida, que aún no sé dónde me va a llevar. Pero qué maravilloso es vivir. :-)
Y ahí están mis amigos, a los que sigo viendo, a los que sigo queriendo. Lo más importante, aún lo tengo. :-)